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Edición Julio - Agosto 2024 Más deporte, mejor país

Casa de Alejita: Sin estudios no hay fútbol

Una luz de esperanza ilumina los rostros de muchos niños y adolescentes de Puente Piedra. En este distrito limeño funciona La Casa de Alejita, ONG que ofrece formación deportiva y académica para mejorar la calidad de vida de muchachos en situación de vulnerabilidad que sueñan con convertirse en futbolistas. Esta es su historia.

Escribe: José Rubén Yerén
Fotos: Jhonatan Saavedra

Una pequeña sala recibe al visitante a la Casa de Alejita, casa de cinco pisos ubicada en el distrito de Puente Piedra. Dos sillones, un televisor y un estante de libros destacan en este ambiente, en cuyas paredes se leen frases motivadoras y de inspiración. La principal: “Sin estudios no hay fútbol”. También hay un banner, colocado casi a todo lo alto de una pared, que resume los 24 principios básicos de convivencia de esta Casa Hogar.

Dos muchachos llegan y se rompe el silencio. “Buenas tardes”, saludan, estrechando la mano con una cortesía impropia de adolescentes. Acaban de llegar del colegio. Más tarde los espera el almuerzo. Suben la escalera y se dirigen a sus habitaciones. Un cuadro con la foto del exfutbolista y seleccionado nacional Guillermo La Rosa decora la pared de uno de los descansos de las escaleras. Podría decirse que con él empezó todo.

“Casa de Alejita nace porque nosotros le teníamos que retribuir a la vida lo que nos ha dado. Hemos sido muy afortunados”, nos dice Roberto Guizasola La Rosa, exfutbolista de Alianza Lima y de la selección peruana, y fundador de esta Casa Hogar. Roberto y sus hermanos crecieron en Puente Piedra. “Nosotros vivíamos en un cerro. Muchas veces en casa no había qué comer. Mi tío Guillermo La Rosa, hermano de mi madre, después que regresó de un Mundial, le regaló una casa a mi madre. Ahí nos fuimos a vivir”, recuerda.

La vida de Roberto cambiaría cuando a los 11 años se integró al programa educativo promovido por el fallecido educador Constantino Carvallo. El objetivo: brindarles hogar y educación a niños en situación de vulnerabilidad con talento para el fútbol. Roberto se fue a vivir a Barranco. Estudió en el colegio los Reyes Rojos. Creció y se hizo futbolista, junto a sus amigos de infancia Jefferson Farfán y Paolo Guerrero (todos nacidos en 1984), surgidos también de este proyecto socio educativo. “El barrio, mis tíos, Constantino Carvallo, Alianza Lima… fue la mezcla perfecta para cumplir el sueño de todo niño de querer jugar al fútbol”.

Siendo futbolista profesional, Roberto le compró a su madre la casa donde hoy funciona Casa de Alejita. Pero ella no quiso mudarse. “Mi madre me decía: “Hijo, está bonita la casa; pero no quiero vivir acá. Esta casa la vas a donar para que los chicos pobres vivan acá. Así como tu tío hizo con nosotros”. Ella siempre nos decía que a la vida hay que devolverle de la misma forma. Mi madre nunca entró a esta casa, pero debe sentirse feliz que los chicos estén viviendo aquí”.

Promesa cumplida

Doña Alejandrina, madre de Roberto y Guillermo, fallecería en enero del 2020. Decidido a cumplir la promesa de construir una casa para los niños del barrio, Roberto fundó la ONG en ese verano. La llamó Casa de Alejita, como homenaje a su madre. Los pisos que hasta entonces alquilaba como departamentos de vivienda fueron acondicionados para funcionar como internado de los chicos.

Con las dificultades propias de la pandemia, el proyecto iniciaría con 12 niños. Hoy, 70 chicos viven en la casa. Tienen entre 12 y 16 años. Vienen no solo de Lima, sino de ciudades como Cajamarca, Madre de Dios, Tacna o Huancayo. Aquí se les brinda hospedaje, alimentación, formación en valores y educación. El requisito es que tengan talento para el fútbol, pero también interés por estudiar.

“A inicios de año hacemos una convocatoria. Mi hermano Guillermo -también exfutbolista- y los docentes deportivos evalúan la parte futbolística de los chicos. Luego, los asistentes sociales evalúan su situación, y entonces ya son aceptados”, cuenta Roberto, quien resalta la importancia de la familia en el proceso. “Es fundamental saber qué busca el padre. La mayoría que acepta dejarlos aquí todo el año es porque les mueve más el tema educación que el fútbol. Otros solo quieren que sus hijos jueguen, eso no nos interesa”.

Muchos de estos niños tienen historias de vida difíciles: familias de bajos recursos e incluso violencia familiar. Por eso, además de profesores deportivos, la ONG cuenta con profesores educativos y madres sustitutas. Asimismo, a los chicos se les brinda chequeos médicos, salud dental, apoyo psicológico, así como diversos talleres recreativos, artísticos y culturales.

El día a día

Los chicos llegan a la casa domingo en la noche o lunes temprano y quedan internados hasta después del partido del siguiente fin de semana. Quienes viven fuera de Lima se quedan. Solo usan el teléfono celular para comunicarse con sus familiares o personas allegadas. Se levantan entre 5:30 y 6 de la mañana, limpian su habitación, desayunan, y luego bajan a tomar el bus que los espera para llevarlos al colegio.

Gracias a un convenio con PAMER y Colegios Ingeniería, la educación de los chicos está asegurada: 35 chicos estudian en un colegio, 35 en el otro. Casi el 80 % están becados. Los padres de familia asumen un mínimo costo. Las docentes de la casa asumen la función de tutoría de los chicos, monitoreando permanentemente su rendimiento escolar y su comportamiento, manteniendo contacto directo con sus profesores. Eso sí, las familias deben revisar y firmar los dos cuadernos de control que se envían: uno del colegio y otro de la Casa Hogar.

Los chicos regresan del colegio a las tres de la tarde. Almuerzan, estudian, hacen tarea y, solo si la profesora los autoriza, van a entrenar. Dependiendo de la categoría, los entrenamientos van desde las cuatro de la tarde hasta las nueve de la noche. Las sedes son el estadio de Puente Piedra y el Parque Zonal Sinchi Roca, en Comas.

Casa de Alejita cuenta con cinco categorías (nacidos en 2007 hasta 2011), las que participan en torneos donde tienen la oportunidad de ser observados por clubes de fútbol. Actualmente, la categoría 2011 está jugando la Copa Federación. Para asumir el elevado costo de este torneo (la inscripción puede costar hasta S/ 40,000), la casa realiza diversas actividades y campañas de recaudación, además de recibir donaciones.

Pero más que el fútbol, lo principal es el estudio. De ahí el lema de esta ONG: Sin estudios no hay fútbol. “Si el chico no quiere estudiar, no puede estar acá”, sostiene Guizasola. “Si un muchacho jugó bien el domingo y metió cinco goles, el lunes su primera obligación es ir al colegio. No tiene por qué faltar. Tenemos un bus, chofer, una señora que les cocina temprano, tienen su almuerzo, cena… todas las comodidades. Solo pedimos compromiso. Del chico y de su familia”.

Una familia

Un grupo de niños ojea libros en la biblioteca. Yenko, de 11 años, es uno de ellos. Llegó a la casa cuando tenía 9. Cursa el 6to de primaria, su curso favorito es razonamiento matemático. Juega de extremo. Cuenta que la miss Gladys Arana -una de las profesoras de la casa- lo ayudó los primeros días. “Extrañaba mucho a mis padres. Ella es como una madre para mí”, asegura. Lo que más le gusta de estar aquí es el trato familiar y que rezan antes de dormir. “Sueño con ser futbolista profesional y buena persona”.

En otro ambiente de la casa, Rivao, adolescente de 15 años, conversa con unos compañeros. Se enteró de la ONG hace un año y vino desde Huacho. “Lo que más me costó cuando llegué fue alejarme de mis dos hermanos. Y también el trabajo físico que hacemos”. Hoy, ya está adaptado. Cursa el 4to de secundaria. Sueña con jugar en el fútbol europeo. “Y sacar adelante a mi familia”.

Gladys Arana es la coordinadora de disciplina y tutora de las categorías 2010 y 2011. Una mamá sustituta. Ella contribuye en la formación en valores de los chicos y los ayuda en sus tareas, exámenes y exposiciones. “Lo que más les cuesta es desprenderse de la familia. Muchos de ellos pasan dos o tres semanas llorando. Nuestro trabajo es acogerlos como si fuesen nuestros hijos, para que empiecen su proceso. Cuesta, pero ya después van despegando”, asegura.

Hace poco, cuatro chicos que vivieron en Casa de Alejita fueron promovidos a clubes como Alianza Lima y Universitario de Deportes. Gladys cuenta que hasta ahora mantienen el contacto. “Joseph Rivera (18) me escribe, viene a mi casa, me invita a su casa. Hay una conexión muy grande con él y con los otros chicos, con Salvador Icochea, Michale Yamo, Leonel Minaya… Se acuerdan de mí, me agradecen. Eso es lindo. Uno se entrega con amor, esperando que se superen y poder decir en algún momento con orgullo: “Él fue mi niño”.

Dentro del proceso de promoción a estos clubes, se prioriza la continuidad de estudios técnicos o universitarios. “Siempre los seguimos, nos interesamos por saber si siguen estudiando, por sus chequeos médicos. Ya no viven aquí, pero son nuestros hijos”, afirma Guizasola.

Él es consciente que no todos los chicos llegarán a ser futbolistas profesionales. Se los reitera siempre. “No interesa si el chico va a llegar a ser futbolista, lo que interesa es que sea buena persona. Y que el día de mañana, sea un ingeniero, médico, arquitecto, o futbolista, le tenga que devolver a la vida de la misma forma”.

Roberto cuenta que hace un tiempo una familia, solvente y sin ningún tipo de necesidades, preguntó si podían enviar a su hijo a la Casa Hogar. Querían que conozca la realidad de otros chicos de su edad. “El muchacho hasta hoy sigue con nosotros. En Navidad me llamó para saludarme. Me rompió el alma. Teniendo de todo en su casa, estaba pasando Navidad en la casa de uno de sus amigos. Una casa sencilla, precaria, pero ahí estaba él, compartiendo con su amigo. Eso te hace sentir feliz”.

Hogar, educación y fútbol. La fórmula que hace 30 años le cambió la vida a un niño hoy le está cambiando la vida a otros pequeños. Agradecer y devolverle a la vida lo que nos dio: dicen que de eso se trata este viaje.

La casa de todos

  • En mayo se inauguró la segunda Casa Hogar. Ubicada a pocos metros de la primera casa, albergará a 70 niños en siete pisos que incluirán habitaciones, comedor, gimnasio, vestuarios y salón de eventos.
  • Entre las marcas que apoyan Casa de Alejita están: marcadores247, Banco de Alimentos, Yanapakuy y Walon.
  • Si deseas colaborar con Casa de Alejita, comunícate al WhatsApp 978 727 561 . También los encuentras en Instagram @ong_la_casa_de_alejita y Facebook @lacasadealejita

Roberto x 4

  1. “A veces el chico se me desubica. Juega al fútbol, tiene la casa, chofer, un bus… las chicas en el colegio lo miran como si fuera Messi, y tú tienes que ubicarlo rápido. Pero siempre cuidando la forma cómo le hablas”.
  2. “La única manera en que podemos cambiar es con la educación, no con el fútbol. ¡Cuántos jugadores han hecho una carrera espectacular! Y al final ¿cómo terminamos? ¿Qué hacemos por la sociedad? Si todos los jugadores se unieran, imagínate lo que podríamos hacer”.
  3. “Siempre nos quejamos de que el Gobierno no hace nada, que el alcalde no hace nada. ¿Y nosotros? Somos instrumentos de cambio. Podemos hacer cosas. Con Casa de Alejita queremos demostrar que siempre es posible el cambio”
  4. “La gente dice que uno está loco para hacer esto, pero no sabes la felicidad que sientes. Puedes estar sin plata, hermano, pero muy feliz. Ves cada chico, cada historia, tantas historias de superación”.

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