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Deporte nacional

UNA APUESTA POR EL FUTURO

Una fecha del campeonato mundial de downhill en Val di Sole bajo el lente de Diego del Río.

En 2022 Mateo Negri Ferreyros, de 18 años, tomó la decisión de apostar por sí mismo y competir en el circuito mundial de downhill. En la última fecha el fotógrafo Diego del Río, vecino de Mateo en Lamay, Cusco, pudo acompañar- lo para tomar fotos del campeonato. Conversamos con ambos sobre esta experiencia y sobre cómo se vive un evento de esta magnitud desde cerca, además de los planes a futuro de Mateo.

¿Cómo surge la idea de ir a competir a nivel mundial e ir a fotografiarlo?

Diego: Este era el último año de Mateo en la categoría junior (17 a 18 años). Luego de ganar de todo acá decidió probarse y ver si la hacía a ese nivel. Yo justo tenía planeado un viaje a Europa por las mismas fechas y, siendo Mateo mi vecino en Lamay, su papá mi amigo y yo ciclista, me parecía súper chévere ver en un Mundial a un chico al que he visto crecer y pedalear desde los ocho años. Es una idea súper romántica. Como fotógrafo siempre viajo con mi cámara, así que era una buena oportunidad de contar su día a día y su experiencia en un Mundial.

La UCI (Union Ciclista internacional) tiene un sistema en el que cada federación puede enviar un número de ciclistas a este tipo de competencias. ¿Cómo poder participar en un Mundial y qué implica?

D: Se dice, y se sabe, que “Fácil es llegar a un  Mundial,  difícil  es  quedarse”.  Para ir a un Mundial hay que juntar muchos fondos. No es a través de un sistema de puntos o clasificatorio. Una vez ahí tienes una oportunidad de hacer lo mejor posible y estar entre los 25 mejores para pasar a la ronda final (en categoría Junior). En el caso de Mateo, él hizo un un crowdfunding bastante bueno y consiguió fondos para poder pagar a un equipo que se encargó de darle todo el apoyo mecánico, logístico y demás, durante cuatro de las ocho fechas que tiene el campeonato mundial. En la primera fecha a Mateo le fue bastante bien, clasificó en el puesto 25.

Mateo: En mi primera bajada quedé en el puesto 10, y de ahí iban bajando los demás, hasta que quedaban seis personas. Dije “Ya fue”. Y las siguientes cinco personas hicieron un tiempo más o menos… y terminé en el puesto 25: ¡Eso fue alucinante! En las siguientes carreras quedé, creo, en puestos 31, 37 y 33 o algo así. Además del World Cup (Junior), al que pude ir cuatro fechas, corrí el World Championship (Junior), donde sí clasifiqué y luego terminé en el puesto 36.

D: Sin querer criticar, eso refleja el nivel profesional del ciclismo de downhill en el Perú. El caso de Mateo es una excepción: son muy pocos los ciclistas nacionales que logran competir a ese nivel. Está Sebastián Alfaro, también ha ido Santiago Ortiz de Cevallos -de Arequipa-, y no han tenido mucha suerte para poder quedarse a ese nivel. Mantenerse implica no solo clasificar, sino estar en el top 10, para que estés en la lista de la próxima generación de competidores en la que los patrocinadores internacionales se fijen. De alguna manera ir a un Mundial implica eso: la posibilidad de ser visto como ciclista profesional y de poner tu talento en los ojos de todos al más alto nivel.

¿Además del crowdfunding hubo algún apoyo de la Federación o empresa privada?

D: La campaña la hizo Mateo con algunos de sus auspiciadores pero también hizo rifas. Se movió mucho con sus contactos y con la comunidad de ciclistas, que realmente se portaron bien, y logró recaudar buenos fondos.

M: Al final terminamos recaudando entre 20 y 22 mil euros.

D: Para competir en todo el circuito se necesita casi el triple. Llegar a un Mundial es más que nada un esfuerzo independiente. Muchos deportistas no  llegan a participar a pesar  de su talento. En otros países, Colombia por ejemplo, se apuesta más por los deportistas, y reciben un salario y fondos para poder correr no solo tres fechas sino todas, desde jóvenes. Lo bacán es que Mateo consiguió apoyo de la empresa privada y de otros deportistas que realmente aportaron. Su objetivo era probarse y ver si podría conseguir su último año como Junior, algún equipo que pudiera interesarse en él y así hacer más fácil también todo el tema de participar en este nivel. Lamentablemente no fue así y toca seguir en la lucha.

M: Con ese presupuesto se pudo correr en total cinco fechas; ajustado con algunas cosas pero también era la primera vez, así que tuve que contratar un equipo completo, mecánico, hoteles, transporte… Era como una experiencia all-inclusive. Ahora siento que tengo mucha más experiencia y que podríamos hacerlo con un presupuesto más bajo.

Y en el caso de estos torneos ¿Cuál es el formato?

M y D: Es por clasificación. Si clasificas dentro de los 25 mejores en Junior y 60 en Élite, puedes competir en la ronda final, y en esta tienes una sola manga para hacer el mejor tiempo posible. Es una actividad súper demandante porque tienes que demostrar todo tu nivel en una sola manga. No es por etapas o por especiales. Si el campeón del mundo, al que todos quieren ver ganar, se cayó en su manga final y no se ubicó en buen puesto, ahí quedó. Entonces hay mucha presión porque una sola bajada dicta un poco todo tu camino. Igual, hay un puntaje  de  acuerdo  a  la  posición  en que uno termine y, al final, quien tiene el mejor puntaje entre todas las fechas gana. También está el World Champ, donde cada ciclista corre por su país. Uno es la copa del mundo y el otro, el campeonato, Mateo corrió en los dos.

Diego, ¿Cómo fue para ti la experiencia de fotografiar un evento así?

D: Yo fui a Europa por un viaje personal y, por ser tan hincha de la bicicleta, además de vecino y amigo de Mateo y su familia, para mí era muy especial poder verlo a ese nivel. Era la primera vez que iba a un Mundial y realmente me cambió la vida. Aparte de ver a Mateo, por fin pude ver a los campeones mundiales que vengo siguiendo hace años y fue súper emocionante. Sin ningún plan o presión fui a los tres días de carrera y pude captar todo esto. Fue  alucinante.  Verlo es una cosa, pero fotearlo es otra. Es una adrenalina súper fuerte.

Mateo, ¿Cómo fue para ti la experiencia de competir a este nivel?

M: Me sorprendió el nivel. Aunque sabía que me enfrentaba a lo mejor que hay, tenía expectativas más altas, pero fue buenazo. En la primera carrera me fue increíble: quedé en puesto 16. Me fue bien porque soy bastante bueno en barro, y en esas condiciones hay mucha más chance de fallar para todos. Yo tuve una bajada limpia y hubo en general hartas caídas. El barro me ayudó un poco. La  segunda  carrera fue en Andorra, en el mismo circuito en que se corrió el World Cup. Ahí corrí más tranquilo, sin nervios… Pude analizar que había una buena oportunidad y ver con más claridad que el nivel es altísimo, fuertísimo. No es que mi nivel haya estado muy por debajo, pero  en  tres  segundos de diferencia había casi 20 puestos. Fui al límite, pero tuve problemas. Se me salieron los pies y malogré mi bajada. Luego de eso corrí el World Champ, donde si clasifiqué y finalmente fue Val di Sole, donde me saqué la mugre y fue todo mal.

Diego, ¿Cómo describir la experiencia de estar allá en comparación a verlo por la tele?

D: Creo que la pasión por el ciclismo que tiene la gente afuera, y sobre todo en Europa, es alucinante. Todo el mundo alienta como si fuera  la  última  carrera de los competidores, se ponen en sus zapatos, saben la dedicación que deben tener para estar a ese nivel. Se sabían los nombres de todos los competidores, los órdenes de partida, tenían sus campanitas y matracas alentando y gritando… es un super show. En Perú también se siente ese ambiente en las competencias, pero en un Mundial son miles de miles de personas que la viven. Todo eso no se ve en la tele. Por ahí Red Bull TV (que transmite las carreras) logra reflejar la adrenalina y el comentarista narrando lo que sucede, pero estar ahí, sentir la velocidad y la gente es impresionante. Además, por televisión no se ve todo lo que está detrás: están las marcas más representativas de bicicletas con sus carpas, los mecánicos, las tiendas… es un ambiente de fiesta donde todos celebran el ciclismo de montaña. Eso refleja la pasión que hay por esta disciplina en el mundo. También está el tema de la tecnología y lo audiovisual, que es alucinante. Si a eso le sumas la adrenalina, el calor, la tierra, es incomparable a cómo se vive en la tele. En la tele solo ves cómo bajan. En vivo empiezas a escuchar al público gritar y vas sintiendo como va bajando cada ciclista… En todo el trail había tanta gente que se me complicaba encontrar espacios libres para tomar fotos. Con ese ambiente no es difícil entender cómo se construye ese nivel de fanatismo. En un momento, yo tenía al lado a un chico de unos 10 o 12 años que se sabía todos los nombres de los corredores. En Europa, además, la gente se moviliza de todos lados a estos eventos: es una fiesta y ese intercambio lo hace muy rico, además de entretenido. Si bien a nivel del deporte en Europa nos llevan varios años de ventaja, eso no quiere decir que acá en Perú no pueda haber alguien que pueda representarnos. Esa era la idea de ir.

 

¿Cómo impactará esto en la comunidad de ciclistas de downhill?

D: Algo bacán es que Mateo es de Cusco, lo que ayuda a descentralizar el deporte. Por otra parte, más allá del resultado, el roce a este nivel es súper importante. Si bien al inicio pudo haber una decepción, también ayudó a entender en qué nivel estamos y qué hay por hacer. Se quiere demostrar a todos, empresas y sector público, que hay ganas de representar al Perú, de salir a mejorar el nivel… y la única manera es con plata. Me parece súper interesante poder tocar las puertas de las empresas grandes y privadas, y que lo que parecería para ellos un granito de arena, para el ciclismo pueda ser un montón y construir algo con mucho impacto. De alguna  manera, hay que mirar a este deporte que no es masivo como se mira al surf, que busca empresas de diversos rubros. En Perú estamos en un lugar privilegiado. En Cusco, por ejemplo, nos visita muchísima gente que, además de buscar Macchu Picchu, y la cultura inca, viene a pedalear. Sería bueno encontrar ese nexo con las empresas privadas.

¿Qué planes hay para el futuro?

M: Con Lucio Vellutino y Diego hemos decidido seguir compitiendo a este nivel. “Tenemos un proyecto para formar el primer equipo peruano privado que vaya a competir a tres o cuatro fechas del Mundial el próximo año. Así, difundiríamos en la siguiente generación la idea de que se puede tener un equipo para competir fuera y ganar roce internacional. Es importante que sea un equipo peruano también, en el que podamos recoger toda la experiencia de este año. Si solo se compite en Perú, la exigencia hasta cierto punto se estanca porque no hay mucha gente. Acá hay cinco o seis deportistas;  allá son 100  y todos tienen esa sed y hambre de victoria. Por más que no se gane, ese roce internacional hay que tenerlo para crecer.

D: Yo creo que Mateo ha mejorado mucho su nivel, comparándose con su competencia. Llegó a competir con la frente bien en alto y se chocó con la realidad dura que lo ayudó a crecer. Su competencia lleva ya tres o cuatro años  corriendo  en  esos  circuitos, y eso hace la diferencia. Yo, que llevo 30 años pedaleando, cuando vi el  circuito me asombré por los saltos, las raíces, los gaps…. La única manera de que un peruano pueda tener buenos resultados afuera es compitiendo afuera y midiéndose en esos circuitos.

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