Desde que la Fundación Fútbol Más ha incursionado en el corazón de los barrios del Perú, las vidas de muchos niños, niñas y adolescentes ha empezado a cambiar. Una pelota y un gran corazón son suficiente. Sí, el fútbol puede transformar la realidad.
Por: José Rubén Yerén / @jryeren
Fotos: Jhonatan Saavedra y Fútbol Más
Sentados en las gradas de la losa deportiva de la zona 22 de la Unidad Vecinal Matute, en La Victoria, un grupo de niños mira el partido de fulbito que juegan las niñas del barrio. En unos minutos les tocará jugar a ellos. Mientras tanto aplauden y alientan a sus compañeras. Cerca de ellos, una docena de madres de familia -y un puñado de papás- observan el juego mientras conversan entre ellas. Rodeando el campo, cuatro niños más pequeños corren detrás de una pelota, perseguidos por un perro.
Es sábado, el día más esperado por los niños y niñas de este barrio. Hoy les toca ‘clases”, como llaman ellos a las sesiones socio deportivas que la Fundación Fútbol Más desarrolla a beneficio de niños, niñas y adolescentes, de entre 6 y 16 años, en este y otros barrios de Lima, Ica, Cusco, Arequipa y La Libertad.
María José (13) se integró al programa en el 2022, año en que Fútbol Más llegó a Matute. Cursa el primer año de secundaria y quiere ser veterinaria. “A veces me dicen que soy machona por jugar fútbol. Pero no hago caso: yo sé que los hombres y las mujeres pueden jugar cualquier deporte. Además, otras personas me dicen que tapo bien”. Si el fútbol educa, este testimonio es un ejemplo. Hay muchos más.
Fundada en Chile en 2008 y presente en el Perú desde hace ocho años, la Fundación Fútbol Más busca promover bienestar y felicidad en niños, niñas y adolescentes que viven sobre todo en contextos de vulnerabilidad social. Se utiliza el Deporte para el Desarrollo como estrategia de intervención social para aportar en la construcción de espacios protegidos para la infancia.
“No somos una academia de fútbol”, aclara Alejandro Campana, coordinador de programas de la fundación, destacando que se apuesta por el fútbol por su poder transformador de la realidad. “Al ser un deporte masificado, se puede llegar a mucha gente y transformar actitudes y procesos sociales”, asegura.